Pachamama era muy feliz al ver que los quechuas la veneraban, no sólo porque levantaban altares al lado de los caminos en su honor, sino porque trabajaban la tierra, respetaban los bosques y los árboles, los ríos y las praderas.
Pachamama los proveía de cosechas abundantes, de frutas sabrosas y de animales de toda clase para su alimento.
El pueblo quechua también era feliz. Pero tanta abundancia de comida y bebida volvió perezosos a los hombres y mujeres. Poco a poco fueron abandonando sus trabajos en el campo y dejaron de cuidar las plantas y los animales.
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