Laberinto

LABERINTO Marina pegó un salto en la cama y se puso de pie.

Por fin había llegado el jueves y ese día irían de excursión. Despertó a su madre y juntas desayunaron mientras le contaba lo emocionada que estaba.
Aún era de noche cuando salieron de casa. Tenían que salir temprano porque la montaña estaba muy lejos de su pueblo. Caminaron por la estrecha calle donde vivían hasta llegar a la plaza. Allí ya esperaban algunos compañeros y el autobús que les llevaría hasta Peña Clara, que era el nombre del lugar donde pensaban pasar el día.

El profesor les había dicho que unos arqueólogos habían descubierto restos de viejas construcciones por aquella zona. Marina había leído un libro sobre civilizaciones antiguas y la idea de poder encontrar algún objeto misterioso le había mantenido toda la semana ilusionada.

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