Hace tanto, tanto y tanto tiempo, que ya no podemos decir ni cuánto, vivía en una gran cueva, a los pies de una altísima montaña, un gran ogro rojo, a quien conocían como Aka-oni. Su aspecto era muy feroz y de su cabeza sobresalía un cuerno enorme.
Sin embargo, Aka-oni tenía un corazón realmente
bondadoso y estaba muy triste porque todos los
habitantes del pueblo escapaban
nada más verlo.
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