El libro de las hadas Janet recordaba muy bien el día en que, siendo niña,

se hallaba jugando entre las flores junto con sus amigas, y la mismísima Reina de las Hadas se presentó ante ellas para decirles que ya no podían volver allí.

—Desde ahora estas tierras pertenecen a Tam Lin.
Son un regalo que yo le hago.

—Pero… ¿acaso no hemos jugado siempre en estas tierras sin molestaros?

—No me contestes, niña insolente. Arrancái

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